23 de agosto de 2010

El hueco de tu ausencia

Este poema no es reciente ni mucho menos. En realidad, lo escribí hace ya cuatro o cinco años (las propiedades del archivo dicen que en 2006, pero puede que no sea en absoluto verdad). La cosa es que le prometí a alguien, en una conversación imaginaria, hace ya más de seis meses, que lo colgaría de nuevo. Supongo que los compromisos adquiridos en conversaciones imaginarias tienen también algo de imaginario, pero para mi esta conversación tuvo lugar, por más que yo pusiera las dos voces, y es una conversación que guardo con cariño. Supongo que habrá un salto grande, aunque no se en que sentido, con lo que vengo publicando últimamente. No pretende gustar ni petarlo, solo cumplir lo que en esa conversación imaginaria prometí. Espero que a alguien, imaginario o no, le haga ilusión leerla.

Triunfante tu apareces
después de siglos de esperar.
Al parecer tu ya no mueres
y has vuelto conmigo a andar.

Amago de gusto y desparpajo
es tu ofrenda esta vez.
Has olvidado lo que hice
y yo tampoco quiero perder.

Miedo siento ante el peso
de mi pie en el acelerador.
Tengo el gusto de poder
elegir la planificación.

Dame vida, dame paz,
traeme toda tu pasión,
yo te hago un hueco en tu ausencia
que nunca deje perecer.

Frases dobles que mantienes
vista hoy la pulcritud.
Espectros de alguien no humano
amenazan la esclavitud.

Elige que el viento traiga tu voz,
deja que tu cuerpo vuele hasta aquí.
Me faltas en este paraje decidido
y esta vez ya no volveré.

13 de agosto de 2010

Cuando tú no eres tú

Cuando tú no eres tú
ya te has ido de mi vida.
Juego al backgammon con tu sombra
y ventilo para no oler tu ausencia.

Tras pequeñas épicas

He visto centenarios ardiendo
y no he sabido como zafarme.
He visto estallar aeroplanos
en mitad de la tormenta.

¿Cómo llegar al destino frustrado
si no se cree en él siquiera?
¿Cómo centrarse en pequeñas historias
si siempre nos hablan de épicas?

El espejo de mis días (camareros de entretiempo)

El espejo de mis días
que pasa y vuelve a pasar.
Si la historia se repite
las luchas se amontonan,
los jornaleros se arrepienten.

Ya no hablarte, no llorar,
no atreverme a levantarme.
Se vienen vómitos cristalinos,
como el agua, reflejantes,
como el espejo de mis días,
el que enfrento ya por vicio,
al que me apego por prudencia.
Doy la batalla por perdida.

Busco, donde siempre, lo bueno desconocido.
A lo mediocre conocido, que le den.
Entrevistas a distancia, camareros de entretiempo.

Un castillo en el aire

Paralelo, adelantado y sin ventaja,
respecto de tu destino, a tu belleza.
La ingenuidad me toma preso
y de pájaros hago carpinteros.

¿A dónde vas? ¿A dónde fui?
Hija bastarda de mi ayer,
no me entero, así a escondidas,
si podré adorar tu ausencia.

Y si ahora estás, ya no estarás,
pues nos separará lo que nos unió.
Si ahora no lloro, tú no vendrás,
pero adorarás mi ausencia por meses.

Los abismos paralelos

Querer y no querer
adentrarme en tu excelencia,
que es lejana para mi
y por ello me atormento.

Me revientan vuelos largos
y te pierdo yo la pista.
Me ansía y rememora
la vergüenza de otros días.

No he sabido, por ahora,
conjurar viento y marea.
Reescribo, valeroso,
la tortura de estos tiempos.

Y me pienso que meamos
como el agua del futuro.
Me parece que me adoras
y me pierdo en el respeto.

Ya no como por las noches,
me indigesto ante el vacío,
que no es ausencia ni extravío.
Se murió mi adolescencia.

No me decido a perdonarte
por tu extraña complacencia.
Me estrecho, sin soltura,
y espero tu respuesta.

A los abismos paralelos
yo no quiero enfrentarme.
¿Y si la improvisación
se ceba en el camino?

Si se ceba, que se cebe,
y renuncia en los albores.
Sentir los desvencijos de mi alma
y la más amarga de las dichas.